De las ventanas y balcones, a las terrazas y jardines. De los despachos y oficinas, al bureau de tu habitación. De la corbata y el tacón, a la bata y a las babuchas, y es que la Covid ha cambiado nuestra forma de relacionarnos con el trabajo, con nuestra familia, con el ocio… y también con nuestra vivienda y para muestra, un botón: ahora se están vendiendo las casas más grandes de la historia.
Pese a que 2020 cerró con un retroceso interanual del 17,7% en el número de operaciones de compraventa, según desvela el INE, lo cierto es que en las compras que sí se han conseguido materializar, afloran un evidente cambio de tendencia en cuanto a dónde y cómo quieren vivir los españoles a partir de ahora.
“Que la próxima pandemia nos pille con jardín o terraza” es una de las frases más oídas después de pasar aquellos quince días de cuarentena forzosa, y es que hay gente que lo ha pasado muy mal. En nuestro caso, por poner un ejemplo, después de la pandemia, tuvimos resoluciones de contratos de compraventa en promociones como Álamos de Bularas, en Pozuelo, y la mayoría motivadas por divorcios o quiebras del comprador. Al poner de nuevo a la venta esas unidades, tuvimos una auténtica avalancha de interesados en viviendas con terrazas y/o jardín, y es que, como me decía un futuro comprador “nos teníamos que turnar para aplaudir a las ocho desde un pequeño balcón, y eso no me va a volver a ocurrir”.
Por otro lado, está la implantación relativamente exitosa del teletrabajo que conducirá a que muchas empresas lo adopten a largo plazo y una nueva percepción social que da más importancia a los lugares espaciosos, cercanos al campo y la naturaleza, que a vivir cerca del centro.
El teletrabajo se ha implantado a la fuerza. Ha tenido que suceder algo tan grave como el coronavirus para que las empresas hayan apostado por él y la mayoría de los expertos creen que el teletrabajo ha venido para quedarse, lo que puede provocar que mucha gente puede llegar a plantearse vivir a las afueras de las grandes ciudades.
El resultado: un previsible éxodo hacia el extrarradio, incluso más allá (un proceso que ya estaba en marcha desde hacía décadas, ya que desde hace tiempo, los jóvenes con menos capacidad económica se trasladaban a una periferia mucho más barata), un hipotético cinturón del teletrabajo que se sitúe en los terceros o cuartos anillos urbanos, donde se instale la población que abandona el corazón de la ciudad para disponer de campo y aire libre en un entorno más económico por metro cuadrado, pero que no renuncia a la posibilidad de llegar a la capital en menos de una hora.
Es probable que entre un año o un año y medio haya un cambio de mentalidad que nos separe del modelo europeo de densidad y cercanía y nos acerque al americano. Es decir, el de “casa, coche y compra por internet”. Si gran parte del consumo y el trabajo puede llevase a cabo desde el hogar, el emplazamiento de la vivienda pierde importancia, ahora la ubicación ha dejado de ser el primer factor a la hora de elegir vivienda, ya que las mejores ubicaciones se pagan caras y lo que ahora prima son las grandes superficies, las terrazas, jardines, luz natural, zonas comunes y un espacio interior para el teletrabajo.